Buscados, perseguidos detectados los tres lunares inmóviles. Están en tú piel por una razón que convida, invita y llama.
Para verlos se ubican y detallan, están justos pero sin rozarse. Son iguales, parecidos, son idénticos: unos más otros menos y siempre ahí.
El lugar de ellos, los tres lunares que forman un triángulo para perderse como en Las Bermudas.
Uno que se roba un suspiro, otro que provoca un roce y el último arranca un beso. Ellos tienen su toque, su huella, su encanto ese que todos ven, precisan y deleitan; excepto tú.
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